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domingo, 2 de agosto de 2009

Maceo Parker en Béjar









Fuente: Tribuna de Salamanca (02.08.09)

Maceo Parker (Foto: Prieto)




MACEO PARKER, El funky inagotable

El célebre saxofonista regaló casi tres memorables horas de su personal y contagiosa mezcla de soul, blues, jazz y funky en el X Festival de Blues Internacional de Béjar, que despidió rendido al intérprete


José Ángel Sanz .

Miles Davis, quizá el más grande entre todos los grandes, decía que la música no debía ser “algo metido en un museo, encadenado bajo vidrio como todas las cosas muertas que una vez se consideraron artísticas”. Hablaba de blues y de jazz y de los músicos, Davis, como quien da un consejo pero a la vez hace una advertencia. Sus discípulos más avanzados le tomaron la palabra, desde las derivaciones funky del volcánico James Brown a la sensualidad inaprensible de Ray Charles. Con los dos mitos, con Brown y con Charles, colaboró Maceo Parker durante muchos años.

Y ayer, en la primera jornada del X Festival Internacional de Blues de Béjar, demostró por qué contaron con él durante tantos años.Lejos de exóticas peticiones, lo único que solicitó el gran Parker antes de saltar al escenario fue un café.

Un café solo. Para qué ser estrafalario lejos de las tablas cuando es sobre él donde se distingue a los héroes de los cobardes, a los genios de los sólo buenos.

El saxofonista apareció sobre las tablas con su porte elegante, protegido por unas gafas de sol e investido de un aura que tardó poco en calar en el público. Su alineación, de lujo, la formaban Marta High y Gary Mudbone Cooper a los coros, Ron Tooley a la trompeta, Dennos Rollins al trombón, Hill Boulware a los teclados, Bruno Speight a la guitarra, Rodney Skeet Curtis al bajo y Jamal Thomas a cargo de la batería y la percusión.

Las presentaciones en el repleto coso bejarano duraron poco, lo justo; Parker tarda en arrancar los engranajes del ritmo el mismo tiempo que necesita para soplar por su saxoalto.

El grueso de las dos horas y media de actuación –a los 65 años cumplidos, no tantos pueden presumir de su estado de forma– pivotó sobre el tema Make it funky, bamboleado por mil y una derivaciones instrumentales y solos de trompeta y retorcido hasta la extenuación. Uptown up, Off the hook, What you know about funk o Funky good time, todas ellas rescatadas de su obra en solitario, sembraron la noche de funky, sonrisas y un infeccioso ritmo.

Sobre las tablas, Parker y los suyos lanzaron a la noche bejarana un contagioso cóctel de soul, jazz, funk e incluso be bop enraizados con lo mejor de la tradición afroamericana. Como un mantra, la frase más repetida del maestro de ceremonias entre tema y tema fue “What about the band?” (¿Qué pasa con la banda?), para pedir que el público premiara a sus acompañantes como se merecían.

Homenaje a Ray Charles.

La coreada Pass the peas abrió una segunda mitad del concierto en la que Parker, sobre todo, se divirtió y divirtió. Estrechados los lazos con el público, sorprendió a todos con un particular homenaje a Ray Charles. Desenfundó de nuevo sus gafas de sol, se las puso con gracia e interpretó la célebre y muy aplaudida Georgia on my mind de su maestro con imitación gestual incluida, ladeándose al mismo tiempo que interpretaba con la voz. Después fue el turno para Marta High. Presentada como la persona de confianza de James Brown, High emergió del fondo del escenario, anónima, hasta la primera fila. Y allí hizo estragos con una voz rescatada de quién sabe qué tugurio de los bajos fondos neoyorquinos. Lo suyo fue un colofón colosal. O casi, porque le tomó el testigo Bruno Speight a lomos de una diabólica guitarra eléctrica y Maceo Parker se reservó un final aún más sorprendente, armado con una flauta que disipó la electricidad en el aire y dejó un poso de calma en la noche de Béjar.

Se fue entre vítores, aullidos y palmas. Su música se quedó con todos nosotros.








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